Si alguna vez te dije que era fuerte,
olvídalo, ya sé que no es verdad,
no hay más clara lección de haber vivido.
Ven y dame la mano, aunque invisible,
bastará la señal que bien conozco
y que has ido encendiéndome en la noche;
por el temblor del aire y su susurro
sabré que estás allí, que no me dejas.
Job no espera que cures sus heridas,
sólo saber de ti y verte la cara. [...]
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